Hechos clave:
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Bitcoin tiene un valor incalculable, más allá de su precio de mercado.
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En el largo plazo, parece seguro decir que bitcoin siempre va hacia arriba.
La primera vez que supe de bitcoin (BTC), como la gran mayoría, fue porque el precio le comenzó a abrir camino en la opinión pública. Esa monedita mágica de internet estaba ganando terreno más allá de la gente «rara» que vivía metida en la computadora viendo códigos y discutiendo en unos foros con desconocidos de todas partes del mundo. Ese dinero era «para ellos», así me parecía al principio.
Me llamó la atención que, si comprabas hoy, en unos días o semanas se convertía en más. Así, mágicamente. Lo decían los medios y unos cuantos entusiastas, de los cuales conocía a uno que estaba muy metido en «ese mundo». No parecía una mala idea meterle un poquito a esa cosa maravillosa que estaba «haciendo rica» a la gente.
Pero no lo hice. Y no me arrepiento ni un segundo. Primero, porque seguramente habría vendido al poco tiempo. Ese mismo 2017, BTC marcaría su primer gran máximo histórico cercano a los 20.000 dólares. Cuando viera mi inversión multiplicada por 3 o 4, no lo pensaría dos veces: necesitaba dinero, no me importaba la magia detrás de esa moneda.
En segunda instancia, no lamento haber pasado de largo en esa oportunidad de entrada porque, al poco tiempo, se presentó una mejor. Pude cambiar a un trabajo donde mataba dos pájaros de un tiro: aprendía y recibía bitcoin en el camino.
El despertar a Bitcoin: hay mucho más que la criptomoneda y su precio
Una vez que entiendes los principios de Bitcoin, en mayúscula, la perspectiva del precio queda en segundo plano. Es clave separar conscientemente bitcoin, la criptomoneda; de Bitcoin, la red. Esta última tiene un valor en sí mismo al que es difícil ponerle precio. Por ejemplo, por su resistencia a la censura.
Eso que para muchos es de «conspiranoicos», en realidad es una amenaza para cualquiera. No son solo los gobiernos. También las empresas y los bancos censuran transacciones a su antojo. Lo viví con PayPal, Payoneer, bancos locales… nunca con Bitcoin.
Comencé a gestionar las finanzas del hogar sin intermediarios, sin retención de fondos, sin cuentas a las que no puedas acceder «preventivamente». Lejos del largo brazo de bancos, gobiernos y empresas fintech que replican a los dos anteriores.
Solo con eso, ya Bitcoin sería valiosísimo en un mundo donde cada vez son más las manos y ojos puestos sobre nuestro dinero, nuestras actividades, nuestras vidas enteras.
Pero hay más: Bitcoin está al alcance de toda persona con una conexión a internet, así no sea estable. Basta con tener ese acceso al momento que requieras mover fondos. Y lo que es quizá más importante: no hay frontera que detenga el paso de una transacción de Bitcoin. Entonces: ¿vale más una suma de dinero en bitcoin que en PayPal, o en tu banco de «confianza»? La respuesta es un rotundo sí.
Volviendo al precio: siempre arriba
Mentiría si dijera que no importa en absoluto el precio de bitcoin. Junto con el valor que le otorgan sus características de red, desde los inicios de la criptomoneda ya las perspectivas de precio han sido muy optimistas. Porque, en definitiva, el precio de BTC sí importa.
Sin la apreciación que ha tenido la moneda en poco más de una década, no estaríamos hablando de ella como lo hacemos ahora. Quizá ni yo mismo estaría donde estoy, escribiendo sobre Bitcoin en un periódico dedicado al mundo que se erigió tras esa propuesta anónima y «rara».
Cuando bitcoin apenas daba sus primeros pasos entre el mundo de los vivos, ya había predicciones que parecían descabelladas. Hal Finney, colaborador de Satoshi Nakamoto –el creador de Bitcoin– le veía un valor futuro a cada monedita de esas mágicas de 10 millones de dólares. Ahora mismo parece una locura, pero no tanto como en ese momento.
Finney tenía una lógica para ese número. Bitcoin estaba llamado a ser el sistema de pago dominante en todo el planeta. Y si eso ocurre, reflexionaba el conocido por muchos como el primer bitcoiner, «entonces el valor total de la moneda debe ser igual al valor total de toda la riqueza del mundo».
Yo no sé si eso ocurrirá. Mucho menos, cuándo ocurriría. Pero si uno ve una gráfica histórica del precio de la criptomoneda, no parece posible que haga otra cosa que subir en el largo plazo. Lo muestra especialmente en escala logarítmica, una forma que reduce el ruido producido por la volatilidad en el corto plazo.
Y si no llega hasta ese punto previsto por Finney, ¿por qué no a 1 millón de dólares? ¿O 500.000? Hasta diciembre pasado, lo máximo habían sido 20.000 y este año BTC fijó un pico de más de 64.000 dólares.
Lo que muchos quieren y poco hay, mucho cuesta
Mientras tanto, bitcoin se hace más escaso con el tiempo. Desde que Satoshi publicó por primera vez Bitcoin, ya el código del proyecto preveía una sostenida reducción de su emisión, que baja cada 4 años aproximadamente a través de un mecanismo denominado como halving.
BTC es escaso, además, porque se sabe desde el comienzo que no podrá haber más de 21 millones de esas moneditas. Está escrito en su código: cuando se mine el último BTC, se detiene la máquina de imprimir bitcoins. Todo lo contrario al sistema fíat.
La gente, en cambio, es cada vez más. No solo en el planeta. También me refiero a la gente que quiere BTC. Los índices de adopción no paran de crecer, grandes empresas han comenzado a acumular bitcoins y los están sacando del mercado para mantenerlos a largo plazo.
En el camino, millones de personas buscan unos pocos satoshis que acumular. Los que no tienen millones de dólares que invertir quieren una pequeña tajada de BTC. Van en cardumen comiendo un poco acá y allá.
No solo los millonarios y el halving hacen escasear cada día un poco más los bitcoins disponibles para el resto. También hay monedas que se dan por perdidas, ya que no se han movido en una década. Entre ellas, las que se presume pertenecían a Satoshi, ese ser oscuro e iluminado a la vez.
Cuando se pierden monedas, porque si no tienes las llaves no podrás nunca acceder a tus fondos -al igual que si mueres y no dejas el dato a alguien-, el mundo bitcoiner agradece. «Contribuyó a la escasez de bitcoin», repetimos todos. Porque mientras más escaso, más está dispuesta la gente a pagar por cada fracción del ansiado BTC.
Lo que muchos quieren y poco hay, mucho cuesta.
Fuente: Criptonoticias